Azucenas en camisa



Azucenas en camisa



Venid a oír de rosas y azucenas
la alborotada esbelta risa.
Venid a ver las rosas sin cadenas
las azucenas en camisa.

Venid las amazonas del instinto
los caballeros sin espuelas,
aquí al jardín injerto en laberinto
de girasoles y de bielas.

Una música en níquel sustentada
cabellos curvos peina urgente,
y hay sólo una mejilla acelerada
y una oropéndola que miente.

Agria sazón la del febril minuto
todo picado de favores,
cuando al jazmín le recomienda el luto
un ruiseñor de ruiseñores.

Cuando el que vuelve de silbar a solas
el vals de «Ya no más Me muero»,
comienza a perseguir por las corolas
la certidumbre del sombrero.

No amigos míos. Vuelva la armonía
y el bienestar de los claveles.
Mi corazón amigos fue algún día
tierno galope de corceles.

Quiero vivir. La vida es nuevo estilo
grifo de amor grifo de llanto.
Girafa del vivir. Tu cuello en vilo
yo te estimulo y te levanto.

Pasad jinetes leves de la aurora
hacia un oeste de violetas.
Lejos de mí la trompa engañadora
y al ralantí vuestras corvetas.

Toman las nubes a extremar sus bordes
más cada día decisivos.
Y a su contacto puéblense de acordes
los dulces nervios electivos.

Rozan mis manos dádivas agudas
lunas calientes y dichosas.
Sabed que desde hoy andan desnudas
las azucenas y las rosas

(Gerardo Diego)