Primero me rechazó él, y ahora yo soy la rechazada



Primero me rechazó él, y ahora yo soy la rechazada



Mi historia es esta:
Todo empezó hace 2 años y medio. Estaba pasando por una mala racha y poco a poco me fui colando por mi amigo, Marcos. Él me hacía reír, me ayudaba y el tonteo que solíamos tener en plan cachondeo, dejó de serlo. Una noche, habíamos bebido un poco y terminamos liándonos. Yo como estaba loquita por él, me hice ilusiones, aunque en eso se quedó, en una ilusión porque no fue más allá de un lío de una noche. Así pasé meses, hasta que me di cuenta de que me tenía que olvidar de él.

Durante ese tiempo, su primo, Alex, que también es mi amigo, me confesó que le gustaba; yo le dije que no podía ser porque quería a su primo, y que no quería jugar con él diciéndole que sí queriendo a otro. Seguimos siendo amigos, muy buenos amigos. Me dieron una beca para irme a estudiar 1 mes en verano a Inglaterra, así que, vi el modo de hacerlo cruzando el mar. Pero estaba equivocada.

Pasó el mes, volví y seguía sintiendo lo mismo por él. Desesperada, entré a trabajar en una pizzería. Buscaba distraerme, mantenerme ocupada, no tener tiempo para pensar en él. Poco a poco, entre los estudios, el trabajo, mis amigas y los compañeros del trabajo, ‘aprendí’ a vivir sin él. Aparentemente estaba feliz, sin embargo, la verdad era otra. Fingía estar bien, pero no podía engañar a dos de mis amigas, ya que me conocen perfectamente. Ellas fueron mi paño de lágrimas, con quien no fingía, con quien me desahogaba.

En marzo de este año, pensé que me iba a dar algo. Marcos estaba saliendo con otra, a mi madre le diagnosticaron un cáncer de mama, las matemáticas me tenían desesperada… Todavía hoy no sé de dónde saqué fuerzas para seguir adelante, pero lo hice. Fue entonces, por primera vez, cuando dejé de pensar en ese chico como lo primero, ya que lo primero ahora era mi madre. Ella me necesitaba, así que, pa’lante con todo, aunque a mis amigas no las podía engañar. ¿Cómo podría estar bien con todo lo que estaba pasando? Operaron a mi madre y se fue recuperando. Pasaron unos meses, y cansada de perseguir algo imposible, decidí olvidarme de él, pero esta vez sería la definitiva. Ya había llorado bastante por él, no quería continuar así… Pasó el tiempo, y me olvidé de él.

Pensé que ya los chicos no me harían sufrir más, pero me equivoqué. Empecé a hablar bastante con Alex, y me di cuenta que me gustaba, se lo dije y “empezamos” a salir. Al día siguiente habíamos quedado para irnos de fiesta, su hermana, él y yo, pero cuando llegué se había fugado. Su hermana me dijo que no sabía dónde había ido; así pues, nos fuimos las dos. Me quedé en su casa a dormir.

Al día siguiente se encerró en su cuarto y no salió, aun sabiendo que estaba yo allí. Cansada de insistirle que me abriese la puerta, me fui a mi casa y me conecté al MSN. Estaba Marcos conectado, y dándose cuenta cómo estaba yo, me contó lo que pasaba: Alex, había ido a hablar con una amiga y le dijo que no quería estar conmigo; que me había dicho que sí pero que no quería. Por eso, me estaba evitando, para no estar conmigo. Yo en ese momento no entendía nada… ¿si no quería nada conmigo, por qué me había dicho que sí? ¿Y habiendo cometido ese error, por qué no me lo dijo a mí, el lugar de a su amiga?

Marcos me hizo prometer que no diría nada, era la primera vez que hablaba de algo así con Marcos. Dejé pasar los días, haciendo que ignoraba la verdad, hasta que un día hablé con él por MSN y me lo dijo. Quedamos como amigos, al igual que hace poco más que un año, pero con una diferencia: con los papeles cambiados. Desde aquello han pasado dos meses y, no sé si él lo sabrá o no, pero le sigo queriendo.

Así es la vida de caprichosa… primero él me confesó lo que sentía por mí y le rechacé; y ahora soy yo la que es rechazada y la que se muere por él. Aquí se confirma ese dicho que dice: nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.

(Anónimo)